La entrevista es la herramienta por excelencia en la selección de personal; muy pocos procesos de contratación para una vacante terminan sin una o varias entrevistas.

Existen entrevistas de muy diverso tipo, y siguen presentes entrevistas de corta más tradicional; sin embargo, en los últimos años se ha ido popularizando en nuestro país la denominada entrevista por competencias, que se basa, fundamentalmente, en encontrar durante el intercambio verbal evidencias de que la persona posee las capacidades necesarias para desempeñarse con éxito en el puesto de trabajo.

Si bien en una entrevista tradicional el foco está en los méritos que se han acumulado hasta el momento (titulaciones, acciones formativas, experiencia laboral, etc.) en la entrevista por competencias la atención se centra en determinar qué es capaz de hacer la persona, independientemente de cómo adquirió dicho aprendizaje.

En general, suelen encaminarse más a valorar las llamadas competencias transversales o blandas (soft skills) que las competencias específicas, técnicas o duras (hard skills), ya que éstas suelen valorarse mediante el análisis del CV y ejercicios teórico-prácticos, de forma previa a la fase de entrevistas.

Simplificando mucho esta cuestión, podríamos decir que las entrevistas por competencias se basan en la premisa de que el comportamiento pasado es el mejor comportamiento del comportamiento futuro por lo que, si en el pasado una persona ha desarrollado sus dotes de liderazgo en un movimiento asociativo vecinal, probablemente usará dicha capacidad en el entorno de una empresa cuando las circunstancias lo requieran.

Prepararse para la entrevista

Hay personas que cometen el error de no prepararse para las entrevistas. Por supuesto, una entrevista siempre debe ser un diálogo fluido, por lo que tener todas las posibles respuestas pensadas y ensayadas previamente es directamente imposible; sin embargo, una buena preparación de la misma es fundamental.

Dejar en manos de la pura improvisación algo tan importante como una entrevista de selección es la peor de las estrategias. Por ello, te recomendamos los siguientes elementos para preparar mínimamente una entrevista:

  • Conocer bien el propio CV, y saber relacionar la información que en él aparece con los requisitos y aspectos a valorar en la oferta, o bien aquello que creemos que más nos beneficia en una autocandidatura. Aunque parezca sorprendente, algunas personas llegan a una entrevista de trabajo sin haberse aprendido bien su CV, lo que genera no pocas situaciones incómodas.
  • Haber realizado un ejercicio de autoanálisis que clarifique nuestros puntos fuertes y nuestros aspectos a mejorar. Es necesario anticipar qué va a valorar más el reclutador o reclutadora y qué le puede generar más dudas sobre nuestra capacidad para desempeñar el puesto en la empresa.
  • Conocer, por supuesto, todo lo que podamos de la empresa y del puesto de trabajo, y vincular todo esto con nuestras propias características.

Recuerda que en este post hablamos de forma más profunda de cómo preparar una entrevista.

Además de estos elementos a repasar, en la entrevista por competencias se añade un área más: la de analizar qué comportamientos de nuestro pasado pueden ser un indicador claro de que poseemos alguna competencia.

En una entrevista por competencias, normalmente lo que nos piden es que narremos situaciones que hemos vivido en nuestra vida laboral (si no poseemos experiencia, se nos preguntará por la etapa de prácticas, por el período de estudios o por situaciones de la vida personal) relativamente reciente; lo habitual es preguntar por los últimos dos a cinco años. Algunos ejemplos de preguntas que nos pueden realizar son las siguientes:

  • Cuénteme cuál fue la última vez que tuvo que tomar una decisión importante en el trabajo.
  • ¿Cómo hizo para resolver un conflicto con un compañero o compañera?
  • ¿Qué hábitos mantenía en su último trabajo para mejorar su productividad?

Como podemos ver, las preguntas que se realizan no son sobre qué pasaría si (preguntas hipotéticas), sino que se centran en lo que has experimentado en primera persona, en cómo resolviste situaciones reales a las que te has enfrentado.

El nivel de detalle que proporcionemos en las entrevistas por competencias es clave; cuanto mayor número (y más ricos) de detalles específicos podamos aportar, más se valorará tu nivel de sinceridad y de colaboración, dejando claro que no es una situación que estés maquillando o manipulando, sino que es un reflejo de lo que ocurrió realmente (aunque es normal y hasta deseable que intentemos proyectar una imagen positiva de nosotros mismos).

En ocasiones, algunas personas creen que no deben dar detalles a la persona que entrevista, ya que esto irá en su contra por si se descubren aspectos indeseables. Esto es un error clásico: el entrevistador o entrevistadora está buscando en nuestras respuestas indicadores y evidencias de determinadas competencias, por lo que si callamos y no colaboramos, estamos descartados, así de simple. Que pase el/la siguiente.

Ahora ya sabes algo más sobre las entrevistas por competencias y cómo prepararlas; qué se espera de nosotros en ella y cuál es el sentido que tienen. En el próximo post de esta serie analizaremos con mayor detalle ejemplos de preguntas y cómo se formulan.

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